¡Hola!

Persona normal, lector y escritor. Encontraréis mi libro en esta sección. Se llama El don de los sueños y espero que os guste. También encontraréis información sobre él en Anexo de El don de los sueños, algunas de mis reflexiones en Mi vida, mier** dia a dia, y algunas recomendaciones en Libros gominolosos y Series y pelis que merecieron la pena.
Si te gusta esto, sígueme en mi twitter: @S_Daven1

Mi vida, mier** dia a día

12 de Mayo

La gente suele pensar que el amor es el sentimiento más poderoso. De él hablan siempre las canciones, los libros y siempre se sobrepone en las películas. Dicen que es lo que te da cuerda en la vida. Pero, ¿y la amistad? Eso que te pule día a día para ser mejor persona, esos amigos que te barnizan para que siempre estés dispuesto a reir con ellos y, más importante aún, que te arreglan sin importar el precio cuando se te rompen las agujas.



La amistad es como un sueño: te sientes volar sobre las nubes. Esperas que termine, esperas despertar, pero nada de eso ocurre. Y cuando crees que tu fantasía durará para siempre, de pronto y sin aviso, termina. Y te encuentras ahí, en tu cama, en mitad de la noche oscura. Pero no lo olvidas. Sientes algo en el pecho, algo que te impide volver a dormir de nuevo y tener un sueño aun más perfecto. Porque sabes que no habrá uno mejor, porque no puedes olvidarlo y porque sabes que nunca más podrás volver a él.
La amistad está infravalorada. La gente suele pensar que es algo pasajero, que no marca tu vida, que serán siempre secundarios en la película de tu historia. Que no hay que atarlos. Porque, si lo haces, te conviertes en una mala persona, celosa, manipuladora. Algo prohíbido en el amor y tan obligado en la amistad. Pero no saben lo que pasará después. ¿Y si tu amigo encuentra a otra persona? ¿Y si, poco a poco, se olvida de ti? Entonces, te arrepentirás de todo. Tres no es un buen número. Dos sí. Dos asientos juntos en un autobús, dos personas para jugar a cualquier cosa. Tal vez, si son tres buenas personas y las tres se quieren igual, sí funcione. Pero no puedo hablar de eso porque no he tenido esa experiencia. Lo que he vivido es la elección de una amiga. Mirar a ambos lados. Y, por último, acercarse a la otra. A esa persona que ha dedicado los últimos meses a excluirme, a fingir ser una persona que no es para poder estar con ella, mirarme mal cada vez que estaba a mi lado. Pero yo no puedo competir con eso, no quiero competir con eso, porque yo soy quien soy y no quiero cambiar, porque esos son mis principios.
Y entonces yo pasaré de ser la celosa a la víctima. Dicho así, parece Karma. Pero, en realidad, son consecuencias. Porque ella es la feliz, la que ríe, y yo soy  la que sufre. Porque un día dejó de hablarme. Porque no supo apreciarme como soy. Porque nunca fue capaz de sacrificarse por otra persona, y yo soy la persona a la que utilizó no queriéndome como amiga, sino usándome para entretenerla y reirme de sus bromas. Porque, cuándo el goteo de todos estos problemas colmó el vaso, ella se refugió en la otra tras tirármelo a la cara y yo fui la que se quedó sola.
Y, poco antes del amanecer, después de pasar horas intentando sacarla de mi cabeza, intentando odiarla por lo que hizo, cerraré los ojos y lloraré. Y no me sentiré débil ni tonta. Ya no. Porque desde hace meses se ha convertido en una costumbre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario